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¿Y POR QUÉ NO?

¿Trampas al solitario?

¿Trampas al solitario?

Nuestros dirigentes intentan pactar en el ámbito de la Unión Europea  una estrategia conjunta para solucionar el enorme problema que supone el paro juvenil,  entendiendo por éste el que sufren las personas menores de 30 años.

No puede negarse, de ninguna manera, la difícil situación en el que los y las jóvenes se encuentran a la hora de conseguir su primer empleo, sin embargo cabe hacer algunas matizaciones al respecto: 

 

  • Las estadísticas del desempleo en nuestro país, al menos lo que se publica oficialmente, toman como referencia el binomio mayor/menor de 25 años, con lo que resulta difícil calcular el número real de las personas menores de 30 años apuntadas al desempleo.
  • Existen, con las cifras de mayo, 458.012 menores de 25 años apuntados en las oficinas del Servicio Estatal de Empleo.   Mientras, 4.432.916 personas son mayores de 25 años. Podemos aventurar que no será la mayoría quienes se encuentren en esa pequeña franja que va de los 25 a los 30.

No puede sacarse de la agenda política el colectivo de personas paradas con más de 30 años. No pueden detenerse  las políticas activas de empleo para las personas que fueron expulsadas del mercado laboral por la crisis, porque son el grueso mayor del problema del desempleo en este país.

La ciudadanía encuentra rechazo a sus problemas, falta de soluciones y esperanzas, lo que produce no sólo una desafección por las instituciones, sino una quiebra social incurable.

Así  que, si es que sólo vendrá ayuda económica europea para el colectivo menor de 30 años, bienvenida sea. Visto está que Europa sólo crea fondos para solucionar problemas conjuntos, compartidos también por sus socios ricos. Pero esto no nos debe llevar a ocultar y silenciar nuestra realidad. No nos hagamos trampas al solitario, aunque no se nombren, la amplia mayoría de las personas desempleadas en este país tienen más de 30 años.

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