ESCRACHES Y CARGOS PÚBLICOS FULL TIME
Claro está , por definición, que la vocación de servicio público es lo que lleva a las personas a interesarse por la política, la “ciencia” de gestionar el bien común. Ese interés puede presentar distintos grados y niveles y es bueno saber en cuál de ellos no encontramos y cuáles son los límites de los mismos.
Hay niveles básicos. Todas las personas, en mayor o menor medida, con mayor o menor consciencia, somos seres políticos. No sólo quien acude a votar, sino también quien no lo hace participa en democracia. Cuando optamos por un periódico concreto, vemos determinados contenidos televisivos, vamos a una escuela, estudiamos una carrera, nos bajamos películas y música de internet, viajamos, bebemos o fumamos ; nos estamos desenvolviendo en un entorno político y nuestras decisiones condicionan la estructura socio política de nuestra comunidad.
Hay niveles intermedios. Existen personas que participan políticamente de manera asociada, en diversos campos, dedicando su tiempo y su saber a un bien común conscientemente. Ecologistas, militantes, sindicalistas, asociaciones de vecinos, clubs deportivos,….son mecanismos de colaboración que transforman día a día nuestra realidad y que evidencian la necesidad del ser humano del trabajo común.
Finalmente existen niveles que podríamos llamar “superiores” y que definimos como cargos públicos o clase política. Personas que llevan esa vocación de servicio público un paso más allá y son elegidos por la ciudadanía como nuestros representantes. Esta “especie humana”, se enfrenta a muchas paradojas e indefiniciones, imprudentes o premeditadas.
Se escucha, reiteradamente, la máxima que dice que un cargo público se es 24 horas, que la representación de los y las ciudadanas es un traje que no se puede quitar. Las personas que se dedican a la representación política no definen bien los límites de este quehacer, cuando resulta evidente la imposibilidad de realizar acciones de representación continuamente. Esto es así porque ante todo, son personas.
Así, en ocasiones son padres y madres, van a un concierto o de compras. Tienen vacaciones, sufren enfermedades, y tienen amistades, unas veces más peligrosas que otras. Sin embargo, en muchas ocasiones, no se advierte su voluntad de separar su trabajo como cargo público, de su vida privada, al menos cuando esto les beneficia.
El coche oficial les lleva a la puerta de casa, o al restaurante con el amigo o al dentista. Las colas y las listas de espera para una operación, para ver un concierto o para subir a un avión cuando van de vacaciones no parecen ir con ellos. Se mezcla lo público y lo privado continuamente en un totum revolutum cargado de beneficios y privilegios.
Llevar el “traje” puesto todo el día, incluso cuando las funciones y condiciones son otras, trae consecuencias, a veces no deseadas. Una de ellas son los escraches. Si te llevas la condición de cargo público a casa, lo lógico es que te acompañen todas las responsabilidades del mismo.
Así que, señores y señoras diputados y diputadas, ministros y ministras, alcades y alcaldesas, reyes, reinas y descendencia, definan sus tiempos y lugares. Sólo si ustedes desarrollan su cargo con honestidad, verán como la ciudadanía fija los límites del respeto y de la intimidad.
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