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¿Y POR QUÉ NO?

REFLEXIONES VARIAS

CÁNTAME, ME DIJISTE CÁNTAME

CÁNTAME, ME DIJISTE CÁNTAME

Una vez más, ante mi actual estado de mente blanquecina, me sirvo de la inspiración de los demás. Cuelgo un artículo de Frezdo y sus impresiones sobre la jaranas y fiestas varias de esta vetusta ciudad.

Ayer me llevé una (desagradable) sorpresa al enfilar el callejón de los huevos y ver cómo se abría ante mí el ferial de Sevilla. ¿Cómo puede ser posible? ¿Habré atravesado un agujero espacio temporal que me ha transportado a la capital hispalense?

  Guirnaldas, farolillos y luces al más puro estilo andaluz adornaban el entorno, y se hacían acompañar por sevillanas y sones del sur, a un nada envidiable volumen, y a una hora no tardía pero que amenazaba intempestiva para el confort de los vecinos de la zona. ¿O acaso estarían todos allí?. 

Rápidamente se me vinieron a la cabeza el festival de jazz a celebrar en el Fontán, o la tan querida hoguera de San Juan, llena de ritos y guiños a la ya casi olvidada mitología y folclore asturiano, ¿podré volver a disfrutar de ellas?

 Pero como dice el dicho, mi gozo en un pozo. Recordé que en Oviedo se han abolido las fiestas callejeras y sólo se permite el disfrute de la tan ilustre como masiva fiesta de San Mateo, e incluso no se permite la música en directo en los bares de la ciudad, subyugada a cultura de garaje en la clandestinidad.

 Ante la duda sobre cuál es el por qué de dicha prohibición, desde el Ayuntamiento siempre se aludió a las molestias y ruidos en el vecindario, pero yo apunto también a gustos y odios.

 ¿A quién os imagináis a lomos de un gran caballo español bailando al son de la Pantoja?

 Cántame, me dijiste cántame....

 Como todo en esta vida, hay clases y clases, y se ve que el jazz, la cultura asturiana o la música en la calle no tienen nada que hacer contra la cultura de la fritanga, del fino y de las palmas.

 Cuéntame, me dijiste cuéntame....

 

 

CARTA A UN MALTRATADOR

CARTA A UN MALTRATADOR

Llevo tiempo intentando abordar la violencia machista en mi blog, pero no encuentro el modo, ni el momento. No quiero utilizar una muerte para tener ocasión de escribir, no quiero aprovechar una de los muchos artículos desafortunados que aparecen en la prensa. Pero hoy alguien me ha reenviado este relato escrito por un chico de Badajoz de 2º de Bachiller, ¿para que voy a añadir algo más?

Fernando Orden Rueda 2º de Bachillerato, de Ciencias de la Salud. IES Bioclimático, de Badajoz. II Premio del II Concurso Nacional ’Carta a un maltratador’, convocado por la Asociación ’Juntos contra la violencia doméstica’

Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado... porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras... Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu ’método de disciplina’ intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría.


Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá  estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías  esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y  planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y  logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.

 Me puse contento antes de tiempo. Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona  mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

 Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es  para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.

 

¿JUEGAS?

¿JUEGAS?   ¿Cuándo empezaste a hacerte mayor?

Uno comienza a hacerse mayor a medida que la palabra "juego" va cambiando de significado.

Cuando se es niño, juego es diversión, es libertad e imaginación. El tiempo de juego es el momento preferente y el deseado. Las horas pasan lentas y bien aprovechadas; y las risas, las carreras, las fiestas y las tonterías están a la orden del día. Jugamos a ser todo y a no ser nada, pero sobre todo anhelamos el horizonte infinito que para nosotros signifca ser mayor.

Al llegar al estadio de persona responsable, el vocablo "juego" se vuelve negativo. "No juegues con la gente", "esto no es un juego", "Pero, ¿a qué estás jugando?". Parece  que una sed interminable de venganza nos ataca cuando pensamos en aquellos momentos pasados. ¿Es que nuestro inconsciente refleja que esperábamos otra cosa? Quizás no seamos ni siquiera un reflejo de lo imaginábamos que ibamos a ser en nuestra infancia, o quizás las cosas no nos vayan tan bien porque los adultos nos hemos olvidado de jugar.

Así que os incito a jugar, a imaginar y a soñar. Vamos a  recordar cómo éramos, y , por qué no, recuperar parte de ello.

¿Tú a qué jugabas en tu infancia?

GEOGRAFÍA HUMANA

GEOGRAFÍA HUMANA  

Una mujer: alegre, artera, trabajadora y habladora.

Un hombre: serio, ex alegre, ex  trabajador, paciente y enfermo.

Mujer: Ayer recibió carta Dominica de esa hermana suya que está fuera...

Hombre : Ah!!

Mujer: Si hombre la que no vive aquí, Pero no me acuerdo dónde vivía...

Hombre: Pues, no sé

Mujer: Creo que era un poco pa allá de Oviedo. Ahora mismo no me sale el nombre.

Hombre: Grao?

Mujer: No, no

Hombre: Morcín?

Mujer: No qué va, eso no me suena

Hombre: Tineo? Cangas de Narcea? . Por la Costa : Luarca, Navia?

Mujer: Pues no...

Hombre: Taramundi??

Mujer: Qué va!!

 .......................

Hombre: Coño rapaza!! Va a ser Nueva York!!

Mujer: Ahí, ahí!!!

(Mis abuelos, finales de los 70, principios de los ochenta).

CUANDO PASA EL TIEMPO

CUANDO PASA EL TIEMPO

 El otro día , frente al espejo, había algo diferente en mi cuerpo que nunca había estado allí:  una arruga.  Permitidme, por coquetería que no revele el lugar, aunque aquellas personas observadoras y con memoria fotográfica, seguro que ya lo habrán notado.  Mientras que  no sea evidente, prefiero habitar ese territorio  donde  la "no realidad" despliega toda su eficacia, y se percibe, sólo, lo que se quiere percibir.

 

El L-12 ya no pasa a menos cuarto porque sale desde Parque Principado, el todo a cien de la acera de enfrente ahora es una tienda de Movistar, y mi vecino del tercero ha muerto. No sé muy bien cuándo todo comenzó a cambiar, pero sí la manera en que lo hace. La transformación se lleva a cabo con sigilo, no sé si con prisa o lentamente,  lo único claro es  que, en ella impera  el silencio, como en  mi arruga.

 

Es la "época del cambio", decía un político allá por los años ochenta; otros decían aquella frase de " A España no la conoce ni la madre que la parió". Más actual es el tan llevado cambio vertiginoso y supersónico. Lo que hoy es nuevo, mañana es arcaico y los tiempos se suceden tan rápido que ya todo es temporal. Pero la esencia permanece inmutable ante nuestra limitada percepción de la realidad.

 

Las pautas sociales, los roles de género, los sentimientos, los valores o las estructuras de poder se modifican muy lentamente. Las culturas son eternas para los que las vivimos y no podemos, sin más, asimilarlas a la moda. La cultura no son los pantalones de elefante, los pitillo, los leggins o las minifaldas.

 

Nada es irreconocible cuando pasan cincuenta años, nadie ha perdido las referencias en tan poco espacio de tiempo, porque existe un nexo construido a base de memoria histórica (en sentido amplio, ya me entendéis).

 

Keops, Kefrén y Micerinos hicieron construir montañas como antesala a su vida más allá de la muerte; Ramsés II erigió templos para demostrar que era un dios; el templo de Edfú, de época macedónica, sigue casi completo, tienen columnas, paredes y techo. En sus muros aparecen dioses, reyes, escenas cotidianas, palabras, símbolos, en definitiva una concepción de la vida lejana para nosotros. Sin embargo  unas construciones y otras, distantes miles de años entre sí,  comparten  una idéntica simbología,  las mismas deidades, y aparecen similares  escenas cotidianas.

 

Ahora ya no es cultura viva, ahora es arte egipcio. Las estatuas, los dibujos, las cajas funerarias, todo, han perdido realidad, ya no tienen un valor real, porque esa cultura ya no existe. Ya no son un elemento actual de nuestra actividad diaria.

 

¿Qué serán las Catedrales góticas, todavía parte de una cultura activa, dentro de cuatro mil años? ¿Cómo nos estudiarán en las universidades, si es que existen? o ¿Cómo interpretarán que veintidós hombres detrás de una esfera puedan entretener a miles de personas en el graderíos?, Quizás tilden de prácticas religiosas a las dos.

 

Quién sabe cómo evolucionará el ser humano y nuestro planeta, cómo los ríos, los lagos, las lluvias, los animales o el combustible. Existe una historia fantástica que plantea una posibilidad en un mundo sin memoria histórica,  sin agua, con distintos tipos de hombres, de animales, de estructuras sociales; me refiero a la novela de Doris Lessing, Mara y Dann.  Os la recomiendo, porque es bueno tomar conciencia, aunque sea a través de la fantasía, de que no siempre estaremos ni seremos como ahora.

 

Lo de la arruga incipiente es lo de menos.

!ENHORABUENA VILLABONA!

!ENHORABUENA VILLABONA!

  Una de las medallas de plata del Principado de Asturias se ha otorgado  este año a la UTE de Villabona, quiero desde aquí darles la  enhorabuena porque es el reconocimiento que merecen.

            La política penitenciaria es, sin ninguna duda, uno de los pilares sobre los que se asienta la convivencia en paz en nuestra sociedad, y sin embargo,  la situación de las prisiones y la situación de los internos es un tema que no ocupa grandes titulares ni suele estar en los primeros planos del debate político.

          Quiero en estas líneas abrir un cauce para la reflexión sobre esa vertiente que también tienen los Centros Penitenciarios: la reinserción social de aquellos que cumplen penas privativas de libertad.

          Tal y como decía Victoria Kent, las prisiones son el termómetro del desarrollo de una sociedad democrática. Por varios motivos, añadiría yo. 

            ¿Para qué las prisiones? ¿Qué función social cumplen?. ¿Quiénes están internados en ellas?. ¿Cómo se inserta el recluso una vez que haya cumplido la pena?

            Todas estas cuestiones  han de responderse desde  nuestro Estado de Derecho y desde una óptica positiva, a la vez que crítica y rigurosa con aquellas conductas que así lo requieran.

           ¿Para qué las prisiones? Es una pregunta que tal vez tenga tintes de simplicidad y obviedad, pero de la respuesta que se le dé depende mucho la política penitenciaria que se desarrolla en un país.

          Hay una primera respuesta evidente y necesaria, las "cárceles" (término utilizado por quienes defienden sólo este concepto) son aquellos lugares donde las personas que han agredido a otras en sus derechos deben pagar por ello. Cárcel es igual a castigo merecido y por ello, un lugar donde se deposita a quienes no saben, o no quieren vivir en sociedad.

            Este concepto es insuficiente según nuestros principios constitucionales. Los centros penitenciarios no sólo deben servir para eso. Son también lugares de reinserción social y de reeducación para que, quienes estén dentro, algún día, puedan convivir con el resto de los ciudadanos. Eso exige el análisis de las circunstancias que han conducido a muchos internos a las instituciones penitenciarias.

            Casi un 28% de ellos cumplen condenas por delitos contra la salud pública. En su amplia mayoría son personas condenadas por su relación con el tráfico de drogas. No en todos los casos, pero una gran mayoría de quienes delinquen por  tráfico de drogas y estupefacientes son, a su vez, drogodependientes. Es decir, al mismo tiempo son víctimas y verdugos.

            El 46% de la tipología delictiva de la población reclusa se sitúan en delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. En estas infracciones se presenta un alto porcentaje de personas que vienen "obligadas" a perpetrar el hecho delictivo para conseguir las sustancias de las que son dependientes.

            La drogodependencia es una enfermedad, que en ocasiones disminuye ostensiblemente la libre voluntad y la capacidad de decisión. Los internos por  haber cometido los hechos delictivos  mencionados, tienen que tener en los centros penitenciarios una opción de cura y desintoxicación, o lo que es lo mismo, una opción de futuro.

            El 72% de los internos en las prisiones españolas tiene menos de 40 años, y de ellos casi la mitad no superan los 30 años de edad. Estas cifras deben hacernos pensar en la importancia de su reinserción.

            Una vez saldada su deuda, tienen una trayectoria vital por delante en la que deben poder desarrollarse íntegramente, como personas, a la vez que colaborar al desarrollo de nuestra sociedad.

            Por ello es fundamental tener bien clara esta idea: las prisiones son un mecanismo que la soberanía popular establece para solucionar una conducta  que atenta contra la sociedad misma, pero son simultáneamente también, una nueva oportunidad.

            La Unidad Terapéutica Educativa del Centro Penitenciario de Villabona sabe mucho de lo que aquí se apunta. La UTE es un proyecto que nació hace más de diez años con el objetivo de crear en el corazón de esta prisión un espacio libre de drogas y de la terrible cultura carcelaria.

             Su trabajo se basa en estos principios, realizando una importante tarea en el ámbito de la salud, ayudando a acabar con las drogodependencias de estas personas. A la vez,  y no menos importante, establece mecanismos para la reeducación, la convivencia y el respeto que, junto a una importante actividad formativa, facultará la reinserción laboral de los internos cuando hayan cumplido sus penas.

            La Unidad Terapeútica Educativa de Villabona se está convirtiendo en referente como modelo en el desarrollo de políticas penitenciarias de reinserción. Los internos, sus familias y toda la sociedad asturiana tenemos que estar agradecidos por la labor que Tino Zapico, director de esta UTE, su equipo y la actual dirección encabezada por Jose Carlos Diez de la Varga, han realizado en la última década, consiguiendo un merecido éxito, donde antes sólo había fracasos.

            Es una importante labor que se está apoyando desde el exterior de los muros carcelarios. Las instituciones deben impulsar políticas públicas preventivas para reducir los índices delincuenciales. También es importante la implicación de Organizaciones sociales con el trabajo de la UTE, como Proyecto Hombre, Cruz Roja, Fundación Adsis o Amigos contra la Droga.

            Estas políticas  giran en torno a medidas formativas concretas, que fomenten la educación en valores y en ciudadanía. También en la colaboración ciudadana con la prevención como instrumento fundamental para ganar en eficacia en materia de seguridad ciudadana.

            Para finalizar quiero resumir mi escrito en dos palabras: PREVENCIÓN Y REINSERCIÓN, como dos piezas claves para conseguir una sociedad más justa para todos.        Conceptos ambos en los que la Unidad Terapéutica Educativa de Villabona es un ejemplo para todos.

PISCO

PISCO  

¡Qué lejanas nos resultan siempre las  grandes catastrofes naturales!  Ayer, más de 500 personas perdieron la vida en Pisco y en Ica, 300 kilómetros al sur de Lima. La perspectiva cambia cuando se ha estado allí, por eso quiero compartir en este blog mi estancia en Pisco, los buenos recuerdos son, en ocasiones el mejor tributo.

 

Si tuviera que definir el Perú lo definiría como un país triste. La tristeza acompaña todo en el país andino. La muerte, las luchas, los genocidios, antes, durante y después del imperio español, están siempre con los peruanos. Creo que por eso desprenden tanta profundidad.

 

Pero Pisco no era eso, o por lo menos no lo es en mi recuerdo. Recuerdo escaparates con unas “tortas” enormes, barrocas rococó con adornos imposibles. Recuerdo la plaza de armas a rebosar, un domingo con su desfile militar habitual. Recuerdo el Pacífico,  que puede ser todo menos pacífico. Recuerdo el sabor a cilantro del sudado que me tomé en Pisco Playa. Recuerdo la excursión a las Islas Ballestas, mirando hacia arriba preocupada en que un pelícano no me hiciera un regalo, y los cormoranes, y los lobos marinos,…. Recuerdo una “fiesta de prau” genial, tomándome una cusqueña, mientras que en el escenario se esforzaban en ver quién cantaba más parecido a Bisbal.

 

El pisco es el aguardiente, seña de identidad de Perú pero significa mucho más. Significa pájaro en Quechua, ¿por qué no habrán sido todos pájaros ayer en el terremoto?

¿Y POR QUÉ Y POR QUÉ NO?

Siempre he ido un poco lenta en estas cosas de la tecnología y de los medios telemáticos de comunicación. Recuerdo en mi adolescencia, con la llegada en masa de los Pc,s como me prometí a mi misma que jamás confiaría en las habilidades de una máquina más que en las habilidades de cualquiera de las personas que me rodeaban, y finalmente he sucumbido a la utilización de estos aparatos que me vuelven loca pero sin los que no puedo vivir.

Con los teléfonos móviles me ocurría lo mismo. ¿Qué es eso de estar todo el día localizable? ¿Qué es eso de perderte lo que sucede a tu alrededor porque estás pendiente de escuchar un timbrecito? Pero al final sucumbí.  Ahora, ironías de la vida, tengo dos. Parecen mis niños, tengo que alimentarlos dándoles de comer, les financio sus gastos innecesarios y hasta me amargan la existencia cuando quiero que emitan algún sonido y se niegan a decirme nada.

Con los blogs me pasaba algo parecido. ¿Cómo voy yo a colgar mis reflexiones, mis "cosas", en un espacio abierto a todo el mundo? No estaba yo dispuesta a perder la relación personal. las cosas que quiero contar o que me preocupan, o que me interesan ya las trato con mi gente. Pero creo que podría ser una buena idea esto de abrir nuevos caminos de comunicación, ¿Con quién ? Con quien sea, ¿Por qué no?