QUE TE VEA QUIEN TE TIENE QUE VER .
Quien no se ha sentido, en algún momento, invisible. Es verdad que en ocasiones ansiamos que nadie nos vea, pasar desapercibidas. La discreción es una virtud, pero el exceso de ella es un claro defecto. La búsqueda del equilibrio se hace más necesaria en la actualidad porque la diferencia, el interés y el reconocimiento social son imprescindibles para la supervivencia laboral y personal.
Un claro ejemplo de situación invisible transitoria es aquella en la que, fundamentalmente mujeres, nos encontramos en la barra de un bar. Al otro lado la reina de la noche, esa estupenda camarera en la que se concentran la excelencia estereotipada machista (lo que comúnmente se denomina “estar buenísima”) que no nos ve. Nosotras pegamos codazos, pequeños saltitos, a la vez que intentamos sonreír mientras queremos nuestra cervecita. Ella, impasible, no entramos dentro de su radar. Vamos a pedir una cerveza, dos a lo sumo. No vamos a sentir la necesidad de pedir más en el mismo bar, para que ella nos ría las gracias. No somos su target, no somos su mercado. Sólo cuando sus clientes de copas caras estén servidos se dignará a mirarnos.
¿Qué podemos hacer para salvar la situación? Establecer estrategias. Buscamos apoyos: un escalón, un amigo o un “colega de barra” que pida por ti. Al final conseguimos nuestro objetivo, porque el esfuerzo es necesario y casi siempre se ve recompensado.
La búsqueda de la visibilidad profesional también es un largo camino, pero todas tenemos que valorar nuestra valía y capacidad para conseguirlo, a la vez que debemos detectar nuestras desventajas para poder superarlas. Existen barreras y clichés que nosotras debemos romper. Más en época de crisis.
El mercado laboral es muy exigente pero no es un ente estúpido. Las buenas ideas, las buenas profesionales y los proyectos innovadores, tienen cabida en la situación actual y encuentran su público. Eso sí una vez que consigas que te vean: conocerse a una misma, definirse y fijar metas son pasos imprescindibles. La visibilidad vendrá después y será mayor, cuanto mayor sea nuestra red, por ello las nuevas tecnologías son verdaderas aliadas.
En definitiva, nadie puede negar que tu dinero paga la cerveza, igual que se pagan las copas caras, aunque ello nos cueste, aún en la sociedad actual, un poquito más.
Un buen apoyo para ello: Y tú, ¿de qué marca eres?, de Neus Arqués. Gracias a Miriam Ruiz por el préstamo.
3 comentarios
Mou -
almu -
La reflexión viene por la importancia de ser visible hoy en día, en un mundo tan competitivo y cambiante. Pero con esfuerzo todo se consigue. Escribo en femenino porque soy mujer, pero lo mismo te puede pasar hoy en día siendo hombre.
Aunque bi me negarás, sobre todo en algunos ámbitos, en los que ser chica hace las cosas un pico más complicadas
Guti -
Querida amiga mía, tengo la suerte de conocerte en persona, y que tú te quejes de ser invisible viene a ser casi, casi, el colmo de los colmos.
Y un colmo mayor todavía es que lo relaciones con el hecho de ser mujer. Porque a ver si nos aclaramos: o las mujeres en ciertos ámbitos sois una minoría rara y llamativa que no debería ser rara ni llamativa ni suscitar comentarios, o sois tan comunes que sois invisibles. Pero las dos cosas a la vez no pueden ser. No puedes quejarte un día de una cosa y otro día de la contraria. "Que me señalan con el dedo" y "que soy invisible". Tú eres de todo menos invisible.
Yo soy relativamente grande, mido 1,88 y peso más de 90 kilos, soy difícil de esconder... y si tú eres invisible, entonces yo soy transparente. Ninguna camarera de esas que describes me ha hecho nunca demasiado caso, y eso que yo *sí* soy su target, que en mi interior caben bastantes copas caras. Ni camareras ni no camareras, ya que sacamos el tema.
A veces el victimismo os pierde un poquitín.