ALICE IN ¿WONDERLAND?
Hay historias que se conocen, o mejor dicho que se creen que se conocen. Eso es lo que me ocurrió con Alicia y su País de las Maravillas.
Recuerdo el conejo blanco con la chaqueta de cuadros, el gato sonriente y la reina malhumorada. Pero poco más: que come setas y alucina.
Pero el libro está repleto de historias que yo no conocía. Me encantó la Tortuga Artificial y su llorera. Preámbulo de las sopas de sobre y las comidas pre-cocinadas, o de las vacas locas si me apuro.
Divertidísimo el partido de cricket en el que todo parece extraño. Los jugadores, las porterías y las bolas y lo palos. El otro día viendo al Real Madrid con el BarÇa, bien podía haberse tratado de Alicia despistada en un partido irreal y maravilloso.
Sin embargo, tengo que decir que no he apreciado las maravillas de ese mundo imaginario. A no ser, claro está, que la maravilla sea que, incluso en un mundo ficticio, se dé el egoísmo, la arbitrariedad, las formas dictatoriales y la falta total de solidaridad entre los personajes de la novela.
0 comentarios